Entre ecuaciones, cinéticas y los sofisticados laboratorios que dan vida a la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, se enlazan años de trabajo académico e investigación con voces del presente que honran la tradición y búsqueda de innovación tan características de la Ingeniería Bioquímica.
Contigua a los amplios espacios de trabajo, se encuentra la soleada y sobria oficina donde se refugia entre libros y cerros de papeles Álvaro Díaz, director de los programas de magíster y de doctorado de la Escuela. Me recibe para conversar precisamente sobre el Magíster en Ciencias de la Ingeniería con mención en Ingeniería Bioquímica, un programa de tan larga data en la Universidad, que es pionero en muchas de sus temáticas y planes de estudio.
“El programa nace en el año 1982, ya tenemos 43 años formando graduados de Magíster en el campo de la Ingeniería Bioquímica”, precisa Díaz. “Fue el primer programa de posgrado de la Escuela ya que nuestro doctorado se crea en el 2001. Entonces, todo el periodo de los ‘80s, los ‘90s fueron nuestros primeros pasos de formación a nivel de postgrado. Nuestra Escuela se desarrolla en investigación en base al magíster, es decir, tuvo una importancia fundamental en que los profesores de esa época, yo estudiante en ese momento también en los ‘90s, en el magister, aportáramos a la investigación y al desarrollo de la investigación en la unidad”, recuerda.
En ese sentido, Díaz destaca que el foco de éste y otros programas de la Escuela, siempre ha estado puesto en la investigación. “Con el desarrollo después del doctorado esto se amplía, pero el magister siempre ha tenido ese carácter, esa necesidad de aportar a la investigación y aportar a que los estudiantes se perfeccionen, ahonden conocimientos de ingeniería bioquímica. No hemos perdido nunca ese perfil”.
Álvaro, quien ya tiene a su haber cuatro años en la dirección de los programas de postgrado de la Escuela de Ingeniería Bioquímica, no duda al identificar el valor distintivo que se imparte en cada generación. “Yo diría que, desde el punto de vista temático de disciplina, en lo que aporta es, profundizar en conocimientos de la ingeniería bioquímica y aportar a un conocimiento aplicado y muchos de ellos vinculados a trabajo empresas productivas y de base tecnológica”, destacando también la proyección internacional, pues un importante número de estudiantes, principalmente de Latinoamérica, optan por seguir su camino de perfeccionamiento en la PUCV.
Nuestra formación en investigación va de la mano con la aplicación. El directivo profundiza al respecto. “Creo que muchos de nuestros graduados logran tener competencias de investigación y se pueden insertar de mejor forma en mercados profesionales con nuestro magister y las herramientas que damos en ese ámbito. Eso para nosotros siempre ha sido importante, ese sentido aplicado de la investigación, y eso nos diferencia de otros programas similares”.
En esa línea, complementa, “tenemos, por supuesto, un equipamiento científico y tecnológico muy importante en nuestra Escuela que se debe al apoyo de la Institución y en gran medida, a la labor que realiza el cuerpo de profesores, principalmente gracias a los proyectos que cada uno de ellos han obtenido en todas estas décadas de labor en investigación”.
La aplicación a través de la investigación y las continuas mejoras en infraestructura, se conjugan en otorgar una perspectiva amplia de la disciplina a las y los estudiantes. “Siempre tenemos la mirada hacia que el estudiante se contacte con otras realidades. Muchos de ellos hacen estancias de investigación, todos deben participar en congresos, al menos uno en su permanencia de los dos años del programa. Entonces eso también lo fomentamos mucho, existen recursos económicos que la Universidad apoya con becas para pasantía y asistencia a congresos, entonces todo eso se conjuga en poder darle al estudiante una formación científica, tecnológica aplicada, una capacidad de poder relacionarse en otros ambientes con estadía y participación en congresos y una infraestructura que soporta su trabajo”, recalca.
Respecto al perfil del estudiante, el profesor señala que, “tenemos un perfil de ingreso declarado. Hicimos un rediseño del Magíster, y este año comenzó un nuevo plan de estudio y claro, el perfil de ingreso está orientado a estudiantes que han tenido formación de pregrado en el área de ingenierías o de ciencias, por supuesto en el área de biotecnología, que también es un área de mayor crecimiento, con más estudiantes en estas últimas décadas. “Por ejemplo, tenemos estudiantes de ingeniería química que vienen a este campo, somos muy cercanos, y también estudiantes del área de biotecnología, tanto nacionales como extranjeros”.

Sello PUCV
El sello valórico de la PUCV es ineludible y toma distintas formas e interpretaciones según el enfoque de cada Escuela y Unidad Académica, pero hay acuerdo en que hay un sentido social ligado al trabajo y a una forma de actuar ética al momento de ejercer. Para Díaz, es algo así: “Yo te diría que hay una cuestión de hacer que tenemos como cuerpo académico, que de alguna forma en todos estos años estamos impregnados de ese sello, llamémoslo así. Creo que hay un actuar que tiene que ver con el sentido de valorar lo ambiental, lo social, con un actuar íntegro tanto en pregrado como en posgrado. “Este año fuimos el primer programa de postgrado de la Universidad al cual se les impartió un Taller de Integridad Académica, destaca Díaz. Yo creo que tenemos una forma de enseñar que pasa mucho por el transmitir nuestro conocimiento, nuestra experiencia en la investigación, que es lo que da el soporte al posgrado y como profesores hemos tenido una cultura de cómo transmitirla y hacer que nuestros estudiantes tengan un actuar responsable e íntegro con su aprendizaje y su práctica”.
Fortalezas y consideraciones
Respecto a los puntos fuertes del magíster, Álvaro Díaz reconoce que un gran valor de los programas de la Escuela de Ingeniería Bioquímica, radican en sus académicos. “Desde el punto de vista de los profesores, tenemos una planta de profesores que tiene una actividad de investigación importante. Todos participan en proyectos de distinto tipo y como te decía, eso nos permite tener equipamiento, tener infraestructura, tener apoyo de becas para los estudiantes”.
Más aún, algunos profesores tienen proyectos de mayor envergadura, por ejemplo, Anillos (ANID) y eso favorece que los estudiantes se inserten también en una estructura más interdisciplinar, que les permite vincularse con empresas y con otras unidades en otras universidades, tanto nacionales como extranjeras. Ese tipo de proyecto da ese soporte al estudiante, lo posiciona mucho mejor en el entorno y le contribuye a generar redes”, comenta.
Al respecto, comenta que estudiantes destacados han podido migrar hacia otras latitudes. “Tenemos estudiantes egresados que han sido o que están, por ejemplo, cursando en el en el extranjero, en Alemania y que de nuestro programa hicieron su tesis incluso en colaboración con Alemania y ahora siguen en Europa, por ejemplo”.
El profesor es directo también en aclarar las expectativas en cuanto al trabajo del magíster, pues requiere compromiso y dedicación. Por lo mismo, aconseja a nuevas generaciones de involucrarse solo si existe un real interés en la materia. “Como mensaje, yo le diría que esté convencido de que su interés es la investigación en ciencia aplicada, eso es una cuestión importante, pues implica desenvolverse en un programa de tiempo completo. Eso lo aclaramos nosotros inmediatamente cuando hacemos las entrevistas con la gente o cuando vienen a preguntarnos. Eso es importante, o sea, yo recomendaría eso, un deseo por la investigación en este campo que tiene mucho de aplicación y entender que va a implicar una dedicación completa al programa durante estos dos años”.
Para ello, recomienda algunos autores y la biblia de la Escuela, un documento elaborado por los profesores fundadores de Escuela. “Hay textos tradicionales de nuestro campo de ingeniería bioquímica que surgieron en los ‘70s y 80s. Esos son fundamentales para comprender la base la ingeniería bioquímica. Nuestro origen como disciplina tiene un sentido de relación con el MIT ya que dos de los profesores fundadores de la Escuela hicieron sus estudios de magister en esa prestigiosa institución. Entonces yo creo que ahí se explica la formación de postgrado en de Escuela”.
“Hay un libro que es la guía, el norte, la brújula. Es el libro que desarrollaron nuestros profesores fundadores, que se llama Fundamentos de ingeniería bioquímica (Acevedo, Gentina, Illanes). Es como una Biblia. Ellos generaron estos libros y han generado varias ediciones”, complementa.
Finalmente, Díaz resume el postgrado en un concepto: “Yo diría que una cosa que podría resumir el programa es que aporta al desarrollo del conocimiento en ingeniería bioquímica, por la fuerte investigación que tenemos y que permite a los estudiantes posicionarse en el campo académico e industrial de manera satisfactoria”. Creo que eso es importante porque les aporta a ellos un conocimiento fundamental de nuestro campo, complementado con el hacer, con la práctica en la investigación. Nuestra investigación en general en un alto porcentaje es práctica, es decir, los alumnos están haciendo cosas, y eso se traduce en que esos resultados que obtienen su investigación nutren ese conocimiento. Eso lo engloba entonces, el hacer, la práctica. Eso lo engloba todo. El hacer en el laboratorio, en nuestros laboratorios o eventualmente en una empresa o en otra universidad”.
Para conocer más sobre este programa, visita: http://postgradospucv.cl/index.php/magister-en-ciencias-de-la-ingenieria-con-mencion-en-ingenieria-bioquimica/
Por Ayskée Solís H.